¿Qué hace que elijamos un destino y no otro? A menudo, la respuesta está en su marca. La marca de un destino turístico no es solo un eslogan o un logotipo atractivo; es la suma de todas las percepciones, emociones e historias que evoca en la mente del viajero. Es su promesa de valor, su identidad y el pilar sobre el que se debe construir todo su desarrollo turístico.
Fase de Diagnóstico: Escuchar al Territorio
El primer paso para construir una marca sólida es siempre escuchar. Un proceso de branding no puede ser una imposición; debe nacer de la propia esencia del lugar. Esto implica una fase de diagnóstico profunda, donde se analiza la percepción actual del destino, se estudia a la competencia y, lo más importante, se dialoga con todos los actores locales: administraciones, empresarios, asociaciones y los propios ciudadanos. Ellos son los verdaderos guardianes de la identidad del territorio.
Construyendo la Identidad: Del Concepto a la Creatividad
Con toda esa información, llega el momento de la estrategia y la creatividad. Se define el «ADN» de la marca: sus valores, su personalidad y su propuesta única de valor. Este concepto estratégico es la guía para todo lo que vendrá después: el naming, el claim o eslogan, y la identidad visual (logotipo, colores, tipografías, estilo fotográfico). Todo debe trabajar de forma coherente para contar la misma historia. Desde la creación de la nueva imagen turística para la provincia de Cáceres, hemos comprobado que una marca bien definida no solo atrae a visitantes, sino que genera orgullo de pertenencia y cohesión interna.